Dr. Benjamín Vicente Parada es reconocido como Maestro de la Psiquiatría de Chile

El doctor Benjamín Vicente, miembro correspondiente de la Academia Chilena de Medicjna, recibió el premio que otorga la Sociedad Chilena de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía (Sonepsyn) por sus grandes aportes a la formación e investigación en la disciplina, tras décadas de trayectoria.

En el LXXIX Congreso de Sonepsyn, fundada en 1932, que se realizó en Concepción en diciembre se dio el premio al doctor Vicente, psiquiatra de adultos con doctorado en Psiquiatría Social y Epidemiologia, bachiller en Filosofía el profesor emérito de la Universidad de Concepción.

Ha ejercido su labor médica como psiquiatra con vocación que también ha impulsado su rol formador de varias generaciones de especialistas como académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, especialmente mediante el Doctorado en Salud Mental que impulsó a crear en el 2009, el Programa de Neurociencia, Psiquiatría y Salud Mental (Nepsam) del que es subdirector y fue su primer director, y el Laboratorio de Psiquiatría Genética y Molecular, contribuyendo a la generación de conocimientos. Así ha impactado a incontables personas, a la disciplina y sociedad.

Dr. Vicente, ha sido reconocido como Maestro de la Psiquiatría de Chile, ¿qué significa este reconocimiento para usted, especialmente viniendo de sus colegas?

Dado la magnitud e importancia de la SONEPSYN como sociedad científica, que reúne a neurólogos, neurocirujanos, además de psiquiatras, es un reconocimiento de gran prestigio nacional y que me honra de manera muy significativa.

A lo largo de su carrera, ¿cuál considera que ha sido el mayor desafío al tratar de comprender y definir lo que es la enfermedad mental?

El sueño ha sido siempre intentar acerca la psiquiatría a las demás especialidades médicas, en el sentido de que estas cuentan con indicadores o marcadores biológicos que apoyan en eventual diagnóstico y permiten hacer un seguimiento de la evolución de los cuadros, como ejemplos muy simples, tenemos la glicemia y la presión arterial. Aun cuando disponemos de criterios diagnósticos que cuentan con la evidencia científica menos rigurosa, el acuerdo de pares, y de escalas sintomática con prolijos y probados baremos que permiten estimar intensidad y medir evolución, estos siempre dependerán del juicio clínico y no alcanzan la independencia de un biomarcador.

¿Cómo ha evolucionado la psiquiatría en las últimas décadas según su experiencia? Y ¿qué avances en la psiquiatría considera más significativos?

El avance más significativo ha sido la progresiva identificación de moléculas que al funcionar como fármacos psicoactivos nos han permitido liberar a muchos pacientes de lo que a mediados del siglo pasado parecía una condena genéticamente determinada y sin esperanza (esquizofrenia, trastornos bipolares p. ej.). También es posible destacar la contribución e impacto de algunas psicoterapias (cognitivo-conductual p. ej.) y de la intervención psico-ambiental (seguimiento de casos p.ej.) que han contribuido a mejorar la calidad de vida de muchos pacientes y sus familias.

¿Qué valores y qué desafíos considera más importantes a la hora de formar a nuevas generaciones de psiquiatras?

Una sólida formación científica y humanista que faciliten intentar aprehender el fenómeno psíquico en toda su complejidad, manteniendo la humildad que implica reconocer nuestras limitaciones y el desafío que supone el avanzar en esta difícil área del conocimiento. Un aporte reciente que parece relevante a tal fin es la recopilación investigativa contenida en el libro “Psiquiatría y Salud Mental en Concepción, de la fenomenología a la epigenética:1969 a 2024” (ISBN 978-418-935-2, VVM-UDEC) que reúne más de 250 trabajos de investigación realizados en la cátedra desde sus inicios hasta el presente, reflejando el espectro descrito en su título.

¿Cómo ve el papel de la psiquiatría dentro del sistema de salud y cómo cree que los futuros profesionales deberían abordarlo?

Es sin duda cada vez más gravitante dado que a las altísimas prevalencias de trastornos mentales, demostrados por nosotros en los dos estudios nacionales (población adulta e infantojuvenil)  de que se dispone, debemos agregar en el presente la creciente tasa de problemas asociados al consumo de sustancias psicoactivas y al tipo de sociedad que hemos decidido construir, donde el consumismo, el individualismo y la competencia desaforada genera niveles crecientes de estrés fácilmente sintomáticos y luego patológicos ante los cuáles no tenemos una adecuada respuestas de los servicio sanitarios.

El Programa de Neurociencia, Psiquiatría y Salud Mental (Nepsam) y el Laboratorio de Psiquiatría Genética y Molecular que impulsó, han sido fundamentales en el desarrollo de la psiquiatría en Chile. ¿Qué motivó su creación y cómo ha visto su evolución a lo largo de los años?

Cronológicamente es el laboratorio la primera propuesta a comienzos de este siglo, cuando pareció de interés replicar alguno de los estudios norteamericanos y europeos que habían logrado identificar que ciertos polimorfismos genéticos se asociaban a la enfermedad depresiva. Se logró geno-tipificar una cohorte de usuarios de atención primaria (n inicial 3000 sujetos), sin obtener resultados homologables cuando se les miraba en forma independiente, si al iniciar estudios de interacción entre varios polimorfismos (de BDNF, uMAO, 5.HTTLPR p. ej). A poco andar irrumpe la epigenética que modifica radicalmente el foco desde los genes candidatos a las distintas formas de metilación tanto general como específica. El mayor desafío aparece cuando se encuentra evidencia que los cambios epigenéticos son también heredables. Es en este maravilloso escenario donde la investigación traslacional aparece como un imperativo, es el Programa de Neurociencias, Psiquiatría y Salud Mental el instrumento diseñado para promoverlo, tanto a nivel de la Universidad de Concepción como a nivel Regional en nuestro país. Complementan estos esfuerzos la creación del Doctorado en Salud Mental (2008) único en Chile y América Latina, cuyo objetivo es generar conocimiento de frontera tanto en las áreas de promoción de la salud mental y prevención y tratamiento de la enfermedad mental. En lo personal he tenido la suerte de guiar 22 tesis doctorales con dos actualmente en curso

En relación con la falta de biomarcadores específicos en psiquiatría, ¿cuáles son las áreas más prometedoras de investigación que podrían generar un cambio significativo en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades mentales?

Parece significativo avanzar en estudios de genómica y epigenómica, ya que al poder secuenciar no solo determinados genes sino el genoma completo tendremos una mirada privilegiada que permitirá postular diversas hipótesis y desarrollar estrategias diagnósticas, terapéuticas y especialmente preventivas, focalizando intervenciones en grupos de riesgo.

¿Cómo ve la psiquiatría del futuro, especialmente con el impacto de las nuevas tecnologías y el avance en las ciencias biomédicas?

Focalizándose en la prevención y, asociado a muchas otras disciplinas, en la promoción de la salud mental, único camino que nos permitirá emular el tremendo impacto que la Salud Publica ha logrado con las distintas inmunizaciones, dejando cada vez menos casos para el tratamiento de una condición ya instalada (deterioro asociado a edad) y que no ha logrado prevenirse con medidas de fomento y protección de la salud mental.

¿Qué le gustaría que los futuros psiquiatras recuerden de su legado como maestro?

Un clínico que está siempre buscando aprender de los que ya enfermaron y sobre todo de los que se mantiene sanos, para identificar pautas o estrategias de ayuda reproducibles, que alcancen a grandes números de semejantes y podamos así contribuir consistentemente al bienestar individual y colectivo.